Buscar este blog

jueves, 6 de junio de 2013

La Era de la Informacion

Estamos en un periodo de transición donde se avecinan grandes cambios mundiales a nivel económico  y mas que todo en la forma en que las personas generan ingresos.


Estamos en un periodo de transición donde se avecinan grandes cambios mundiales a nivel económico  y mas que todo en la forma en que las personas generan ingresos. Ha llegado el fin de la Era Industrial, donde las personas solo tenían la necesidad de conseguir un empleo en una corporación o empresa grande que les garantizara un sueldo vitalicio de por vida dando paso a su vez a una Era Histórica la Era de la Informacion, donde aquel que tiene la Informacion, y trabaja apalancado a la tecnología generara riqueza incluso trabajando desde su casa con una conexion de Internet, con modelos de negocios donde no se requiere la presencia fisica tales como Wasanga 100%.
En el caso de la experiencia de Jose Dasso, despues de estar mas de 15 años asesorando grandes empresas en el ramo de la automocion, tales como: Mitsubishi, Hyundai, Mercedes Benz, Seat, hace aproximadamente unos 3 años, observando las tendencias mundiales he decido volcarme a una nueva Era, y comenzar un gran camino, ayudando a otras personas a construir redes a través del modelo de Marketing de Atracción y Negocios por Internet, siendo así uno de los Top Marketers en mi compañia, Wasanga 100% es el Harvard de todos los negocios por Internet en piloto automatico.
Una revolución tecnológica, centrada en torno a las tecnologías de la información, está modificando la base material de la sociedad a un ritmo acelerado. Las economías de todo el mundo se han hecho interdependientes a escala global, introduciendo una nueva forma de relación entre economía, Estado y sociedad en un sistema de geometría variables. El mismo capitalismo ha sufrido un proceso de reestructuración profunda, caracterizado por una mayor flexibilidad en la gestión; la descentralización e interconexión de las empresas; un aumento de poder considerable del capital frente al trabajo, con el declive concomitante del movimiento sindical; una individualización y diversificación crecientes en las relaciones de trabajo; etc.

La era de la información es un término aplicado al período en el cual el movimiento de información se volvió más rápido que el movimiento físico. Empezar a trabajar desde tu casa generando tus propios Ingresos Pasivos, es una tendencia usada por millones de personas hoy en día  te da la oportunidad de reducir gastos de desplazamiento, combustible, cansancio físico y mucho desgaste y tensión que genera ir camino a un trabajo tradicional, donde hoy en día se vive una serie de recortes económicos y de estructura cada ves mas importantes.
Cuantos de nosotros no sabíamos hace 10 años que la informática era una tendencia que eminentemente venia en crecimiento y que iba a romper paradigmas y modelos de negocios viejos de la era industrial y sin embargo no hicimos nada al respecto, con esto te quiero decir que si sabes la información pero no tomas acción, la información en si no tiene poder, debes aplicar y apalancar los conocimientos, tomar habilidades y trabajar en equipo para poder abrirte paso y generar ingresos en la Era de la Informacion. En varios de sus libros el Sr. Robert Kiyosaki nos hace mención sobre la era de la información y nos indica que las personas que no se adapten a esta era, se estarán perdiendo de la gran oportunidad de volverse ricos. Esta era nació con el desarrollo de la tecnología y en el momento en que aparecieron las primeras computadoras, el acceso a Internet se hizo de dominio público, se crearon nuevos medios y formas de comunicación y el mundo tenía acceso por primera vez a una avalancha de datos.


Introducción a "La   era   de   la información", por Manuel Castells

­¿Me   consideras   un   hombre   culto   y   leído?
­Sin duda ­replicó Zi­gong­. ¿No lo eres?



­En absoluto ­dijo Confucio­ Tan sólo he agarrado el hilo que enlaza el resto. Hacia   el   final   del   segundo   milenio   de   la   era   cristiana,   varios   acontecimientos   de trascendencia   histórica   han   transformado   el   paisaje   social   de   la   vida   humana.   Una revolución   tecnológica,   centrada   en   torno   a   las   tecnologías   de   la   información,   está modificando la base material de la sociedad a un ritmo acelerado. Las economías de todo el
mundo se han hecho interdependientes a escala global, introduciendo una nueva forma de
relación   entre   economía,   Estado   y   sociedad   en   un   sistema   de   geometría   variable.  

El derrumbamiento   del estatismo   soviético   y la  subsiguiente  desaparición   del movimiento comunista internacional han minado por ahora el reto histórico al capitalismo, rescatado a la izquierda política (y a la teoría marxista) de la atracción fatal del marxismo­leninismo, puesto fin a la guerra fría, reducido el riesgo de holocausto nuclear y alterado de modo fundamental   la   geopolítica   global.   El   mismo   capitalismo   ha   sufrido   un   proceso   de reestructuración   profunda,   caracterizado   por   una   mayor   flexibilidad   en   la   gestión;   la descentralización e interconexión de las empresas, tanto interna como en su relación con otras;   un   aumento   de   poder   considerable   del   capital   frente   al  trabajo,   con   el   declive concomitante del movimiento sindical; una individualización y diversificación crecientes en las relaciones de trabajo; la incorporación masiva de la mujer al trabajo retribuido, por lo general  en   condiciones   discriminatorias; la intervención   del  estado   para  desregular  los mercados   de   forma   selectiva   y   desmantelar   el   estado   de   bienestar,   con   intensidad   y orientaciones diferentes según la naturaleza de las fuerzas políticas y las instituciones de cada sociedad; la intensificación de la competencia económica global en un contexto de creciente   diferenciación   geográfica  y  cultural   de los  escenarios   para la  acumulación   y gestión del capital. Como consecuencia de este reacondicionamiento general del sistema capitalista, todavía en curso,  hemos  presenciado la integración   global  de los mercados financieros,   el   ascenso   del   Pacífico   asiático   como   el   nuevo   centro   industrial   global dominante, la ardua pero inexorable unificación económica de Europa, el surgimiento de una   economía   regional   norteamericana,   la   diversificación   y   luego   desintegración   del antiguo Tercer Mundo, la transformación  gradual  de Rusia  y la zona  de influencia ex soviética en economías de mercado, y la incorporación de los segmentos valiosos de las economías de todo el mundo a un sistema interdependiente que funciona como una unidad en tiempo real. Debido a todas estas tendencias, también ha habido una acentuación del desarrollo   desigual,   esta   vez   no   sólo   entre   Norte   y   Sur,   sino   entre   los   segmentos   y territorios   dinámicos   de   las   sociedades   y   los   que   corren   el   riesgo   de   convertirse   en irrelevantes   desde   la   perspectiva   de   la   lógica   del   sistema.   En   efecto,   observamos   laliberación paralela de las formidables fuerzas productivas de la revolución informacional y la consolidación de los agujeros negros de miseria humana en la economía global, ya sea en Burkina Faso, South Bronx, Kamagasaki, Chiapas o La Courneuve.




De forma simultánea, las actividades delictivas y las organizaciones mafiosas del mundo
también   se  han   hecho   globales   e  informacionales,   proporcionando  los   medios   para  la estimulación de la hiperactividad mental y el deseo prohibido, junto con toda forma de
comercio   ¡lícito   demandada   por   nuestras   sociedades,   del   armamento   sofisticado   a   los cuerpos humanos. Además, un nuevo sistema de comunicación, que cada vez habla más un lenguaje  digital  universal,  está integrando   globalmente la  producción  y  distribución   de palabras,   sonidos   e imágenes   de  nuestra  cultura   y   acomodándolas   a los   gustos  de las identidades y temperamentos de los individuos. Las redes informáticas interactivas crecen de modo exponencial, creando nuevas formas y canales de comunicación, y dando forma a la vida a la vez que ésta les da forma a ellas. Los   cambios   sociales   son   tan   espectaculares   como   los   procesos   de   transformación tecnológicos   y   económicos.   A   pesar   de   toda   la   dificultad   sufrida   por   el   proceso   de transformación de la condición de las mujeres, se ha minado el patriarcalismo, puesto en cuestión en diversas sociedades. Así,, en buena parte del mundo, las relaciones de género se han   convertido   en   un   dominio   contestado,   en   vez   de   sor   una   esfera   de   reproducción cultural. De ahí se deduce una redefinición fundamental de las relaciones entre mujeres, hombres   y   niños   y,   de  este  modo,   de la   familia,  la  sexualidad   y  la   personalidad.   La conciencia medioambiental ha calado las instituciones de la sociedad y sus valores han ganado atractivo político al precio de ser falseados y manipulados en la práctica cotidiana de las grandes empresas y las burocracias. Los sistemas políticos están sumidos en una crisis estructural de legitimidad, hundidos de forma periódica por escándalos, dependientes esencialmente del respaldo de los medios de comunicación y del liderazgo personalizado, y cada   vez   más   aislados   de   la   ciudadanía.   Los   movimientos   sociales   tienden   a   ser fragmentados, localistas, orientados a un único tema y efímeros, ya sea reducidos a sus mundos interiores o fulgurando sólo un instante en torno a un símbolo mediático. En un mundo como éste de cambio incontrolado y confuso, la gente tiende a reagruparse en torno a identidades primarias: religiosa, étnica, territorial, nacional. En estos tiempos difíciles, el fundamentalismo religioso, cristiano, islámico, judío, hindú e incluso budista (en lo que parece  ser  un  contrasentido),  es  probablemente la  fuerza más  formidable  de  seguridad personal y movilización colectiva. En un mundo de  flujos globales de riqueza, poder e imágenes, la búsqueda de la identidad, colectiva o individual, atribuida o construida, se convierte en la fuente fundamental de significado social. No es una tendencia nueva, ya que la identidad, y de modo particular la identidad religiosa y étnica, ha estado en el origen del significado  desde los albores  de la  sociedad  humana. No  obstante, la identidad  se está convirtiendo en la principal, y a veces única, fuente de significado en un periodo histórico caracterizado por una amplia desestructuración de las organizaciones, deslegitimación de las   instituciones,   desaparición   de   los   principales   movimientos   sociales   y   expresiones culturales efímeras. Es cada vez más habitual que la gente no organice su significado en torno a lo que hace, sino por lo que es o cree ser. Mientras que, por otra parte, las redes globales   de   intercambios   instrumentales   conectan   o   desconectan   de   forma   selectiva individuos, grupos, regiones o incluso países según su importancia para cumplir las metasprocesadas en la red, en una corriente incesante de decisiones estratégicas.





De ello se sigue una división fundamental entre el instrumentalismo abstracto y universal, y las identidades particularistas  de  raíces  históricas. Nuestras  sociedades  se estructuran cada  vez más en tomo a una posición bipolar entre la red y el yo.

En esta condición de esquizofrenia estructural entre función y significado, las pautas de
comunicación social cada vez se someten a una tensión mayor. Y cuando la comunicación
se, rompe, cuando deja de existir, ni siquiera en forma de comunicación conflictiva (como
sería  el  caso  en las  luchas  sociales   o la  oposición   política),  los  grupos  sociales   y los
individuos se, alienan unos de otros y ven al otro como un extraño, y al final como una
amenaza. En este proceso la fragmentación social: se extiende, ya que las identidades se
vuelven   más   específicas   y   aumenta   la   dificultad   de   compartirlas.   La   sociedad
informacional, en su manifestación global, es también el mundo de Aum Shinrikyo, de la
American   Militia,   de   las   ambiciones   teocráticas   islámicas/cristianas   y   del   genocidio
recíproco de hutus/tutsis.

Confundidos por la escala y el alcance del cambio histórico, la cultura y el pensamiento de
nuestro tiempo abrazan con frecuencia un nuevo milenarismo. Los profetas de la tecnología
predican una nueva era, extrapolando a las tendencias y organizaciones sociales la lógica
apenas comprendida de los ordenadores y el ADN. La cultura y la teoría posmodernas se
recrean en celebrar el fin de la historia y, en cierta medida, el fin de ­la razón, rindiendo
nuestra   capacidad   de   comprender   y   hallar   sentido,   incluso   al   disparate.   La   asunción implícita es la aceptación de la plena individualización de la conducta y de la impotencia de la sociedad sobre su destino.





El proyecto que informa este libro nada contra estas corrientes de destrucción y se opone a
varias formas de nihilismo intelectual, de escepticismo social y de cinismo político. Creo en
la racionalidad y en la posibilidad de apelar a la razón, sin convertirla en diosa. Creo en las
posibilidades de la acción social significativa y en la política transformadora, sin que nos
veamos  necesariamente arrastrados  hacia los  rápidos mortales  de las  utopías absolutas.
Creo en el poder liberador de la identidad, sin aceptar la necesidad de su individualización
o su captura por el fundamentalismo. Y propongo la hipótesis de que todas las tendencias
de cambio  que constituyen  nuestro  nuevo  y confuso mundo están emparentadas  y  que
podemos sacar sentido a su interrelación. Y, sí, creo, a pesar de una larga tradición de
errores intelectuales  a  veces trágicos,  que  observar, analizar  y teorizar  es  un modo  de
ayudar a construir un mundo diferente y mejor. No proporcionando las  respuestas, que
serán específicas para cada sociedad y las encontrarán por sí mismos los actores sociales,
sino planteando algunas preguntas relevantes. Me gustaría que este libro fuese una modesta
contribución a  un esfuerzo analítico,  necesariamente colectivo,  que ya se está  gestando
desde muchos horizontes, con el propósito de comprender nuestro nuevo mundo sobre la
base de los datos disponibles y de una teoría exploratoria.






Para recorrer los pasos preliminares en esa dirección, debemos tomar en serio la tecnología,
utilizándola como punto de partida de esta indagación; hemos de situar este proceso de
cambio tecnológico  revolucionario en el contexto  social  donde tiene lugar  y  que le  da
forma; y debemos tener presente que la búsqueda de identidad es un cambio tan poderoso como la transformación tecno económica en el curso de la nueva historia. Luego, tras haber enunciado el proyecto de este libro, partiremos en nuestro viaje intelectual, por un itinerario que nos llevará a numerosos ámbitos y cruzará diversas culturas y contextos institucionales, ya que la comprensión de una transformación global requiere una perspectiva tan global como sea posible, dentro de los límites obvios de la experiencia y el conocimiento de este autor.